Las malas influencias
Un promocionado espacio recientemente inaugurado contiene una muestra sobre los 40 periodistas más influyentes de los últimos 40 años. Podría decirse, para saber quiénes fueron y aún son los que influenciaron para que la Argentina llegara al nivel de decadencia educativa, cultural y económica que hoy exhibe. A la vez que, según el creador del espacio, intenta “convivir con las diferencias”, pero a poco que se ven los nombres de los periodistas incluidos no se aprecia tales, sino de antiguos camaradas de ideas afines, separados ahora por cuestiones monetarias. Como puede apreciarse, cada cual en la Argentina se inventa su propio relato y se enoja con el relato del otro.
El periodista Luis Majul ha inaugurado un espacio que ha denominado “un museo para «viajar» por la historia reciente del periodismo argentino” y cuya primera muestra se llama “De Walsh a Lanata, 40 años de periodismo argentino”.
Con esa iniciativa, dice Luis Majul, busca “reivindicar el oficio, contagiar el amor por el periodismo» y «convivir con las diferencias y pasar por encima de «la grieta»», señalando la carta de Rodolfo Walsh a la junta militar, Blackie y sus programas en vivo, las investigaciones de Horacio Verbitsky, los relatos de Víctor Hugo Morales, las notas de Jorge Lanata . Un túnel del tiempo, un repaso por los últimos 40 años del periodismo en la Argentina. La vida y obra de Osvaldo Bayer, Juan Alberto Badía , Eduardo Aliverti, Alfredo Leuco, Marcelo Longobardi , Jorge Rial , Marcelo Tinelli y otros 28.
Para una sociedad educada en valores, en conocimientos, formada en saber discernir, tarea a la cual el periodismo debería servir, sería suficiente con decir: “Dante Panzeri no está incluido”. Ya se sabría de lo poco riguroso de la muestra o su carácter intencionadamente ideológico.
Pero como bien viene a recordarlo Majul, estos 40 influyentes colaboraron a formar en el lector, oyente y televidente desde tempranas edades hasta las adultas de ciudadanos electores de autoridades, una masa uniforme y acrítica que permitió la llegada al poder de ineptos, incapaces o corruptos funcionarios, puestos a decidir sobre la conducta de los habitantes y asegurarse de que no se formen en valores y educativamente, las próximas generaciones.
Debe el lector saber que Dante Panzeri fue el único de los periodistas reconocidos que renunció a su puesto de trabajo como responsable de edición, por negarse a publicar una nota con la cual no estaba de acuerdo con lo que allí se expresaba. Extraordinaria muestra de verdadera independencia. Lo que se dice lo cabal y auténtico de un periodista, que es (debería serlo) un formador. Si ello no es mérito suficiente como para encabezar la lista de los periodistas de los últimos años, ¿que lo es?
Sin embargo Majul elige la carta de Rodolfo Walsh, un periodista puesto en agente de propaganda de la ex Unión Soviética y asesinado por militares a quienes consideraba sus aliados. La carta expuesta como símbolo de denuncia sobre la dictadura militar instaurada en la Argentina desde 1973 y en el poder en 1976, no es más que un intento de hacer ver a quienes consideraba aun sus amigos o socios, la inconveniencia de que algunos jefes militares tuvieran preponderancia. Lo hace claro como un último intento de pedir clemencia, sin ruegos ni sollozos, impropios para quienes decidían llevar las revoluciones hasta las consecuencias fatales para sus vidas.
Claro que al mencionarse a continuación a periodistas como Verbitsky, Victor Hugo Morales, Osvaldo Bayer, Eduardo Aliverti, Alfredo Leuco, Mariano Grondona, Fernando Bravo, Magdalena Ruiz Guiñazú, Santos Biassatti, Jorge Asís o Joaquin Morales Solá, la figura de Walsh aparece como un modelo que contrasta con quienes eligieron el dinero antes que las ideas.
Porque es claro que las diferencias que se pretende exhibir entre ellos, no son tales. Solo es una disputa de envidias por quienes gozan de los beneficios económicos del poder de turno y quiénes no. Lo importante que debería ser la formación de una opinión pública, educada en valores perennes que permita la construcción de una sociedad más justa, más solidaria, más participativa, lo cual llevará al surgimiento de un País seguro, honesto, económicamente autoabastecido, eso, no lo han hecho, no lo están haciendo y en la medida que sigan influyendo, no lo harán.
No creo sean los periodistas los máximos responsables de la decadencia argentina, pero a la luz del esfuerzo de esta muestra de Majul y el alto grado de aceptación entre sus pares, parecen dispuestos a asumir la máxima responsabilidad.
Mario R. Martín