Gonzalo Montoya, tiene 34 años. Nació en la Ciudad de Buenos Aires pero vivió la mayor parte de su vida en Carhué, donde aún residen su papá, su hermano y una sobrina. Desde su infancia en la ciudad de las fantásticas aguas termales soñaba con volar. Pues lo cumplió y hoy es aviador naval.
“Me llena de orgullo todos los días”
Teniente de Navío Gonzalo Darío Montoya
Una nota de María Silvina Rosas, desde Mar Adentro, sitio de www.gacetamarinera.com.ar
“Desde chico me convertí en fanático de todo lo que volara y, con el tiempo, mi gusto particular se fue afianzando por la Aviación Militar”, comienza diciendo… “Me crié en un pueblo donde este tipo de actividades no son comunes y la gente, tal vez por desconocimiento, siempre me decía que lo olvide.”
A pesar de todo, sostuvo su pasión por la aviación y recuerda que mientras cursaba el secundario en la Escuela de Educación Agraria Nº1 “Dr. Bernardo de Irigoyen”, trabajaba los fines de semana para ahorrar y poder realizar el curso de piloto privado (civil) en el Aeroclub de Carhué.
Su sueño era ser piloto de caza y con ese objetivo inició su carrera militar. “Al finalizar el secundario rendí el examen de ingreso a la Escuela de Aviación Militar –dependiente de la Fuerza Aérea Argentina– en Córdoba, aprobé, pero al poco tiempo pedí la baja porque no era lo que buscaba”, expresa. Ese mismo año, por cuestiones del destino, conoció a un aviador naval. “Conversando me contó cómo era la profesión en la Armada Argentina y decidí ingresar a la Escuela Naval Militar y, desde ese momento, no detuve mi capacitación y crecimiento profesional”.
Su elección de carrera lo llevó por distintos lugares: “Me destinaron a la Escuela de Aviación Militar en Córdoba para realizar el Curso de Aviador Militar, allí me encontré con mis ex compañeros”.
Al finalizar, fue destinado a la Escuela de Aviación Naval para realizar el curso de orientación para aviadores navales y luego a la Escuela Militar de Aviación, dependiente del Ejército Argentino, para cumplir con el Curso Conjunto para Pilotos de Helicópteros.
Feliz de volar
Estuvo destinado en la Primera Escuadrilla Aeronaval de Helicópteros, donde obtuvo la habilitación de helicopterista naval, también en la Escuadrilla Aeronaval de Vigilancia Marítima; y actualmente se encuentra en la Escuadrilla Aeronaval Antisubmarina en la Base Aeronaval Comandante Espora, cercana a Bahía Blanca. En este destino, además de ser piloto, es Jefe del Cargo Electrónica y de Adiestramiento.
Reconoce que ser aviador naval es una de las aspiraciones profesionales más importantes que tuvo. “Puedo decir que realmente soy feliz y me apasiona lo que hago. La satisfacción de servir al país, devolverle algo a la Nación, ayudar y proteger a nuestros conciudadanos es algo sumamente gratificante y me llena de orgullo todos los días”.
La rutina del aviador es demandante y exigente. “Un día normal comienza con un pre vuelo donde se tratan los acontecimientos a suceder en la fecha. Luego nos alistamos para comenzar la actividad de vuelo ordenada y nos dedicamos pura y exclusivamente a realizar las coordinaciones necesarias para poder cumplir con la misión. Concluido el vuelo, realizamos los post vuelos rutinarios, donde se detallan los errores y aciertos de la tripulación, ya que siempre se trata de ser más eficientes y profesionales”.
“Operamos en la milla 200 en apoyo a unidades de superficie en tareas control del mar para evitar la pesca ilegal; también somos parte de misiones de búsqueda y rescate (SAR) y de apoyo a la comunidad”, expresó.
La capacitación en la Institución es constante. “Nos adiestramos en el Centro de Adiestramiento de la Fuerza Aeronaval N°2 (CIFA) y durante la semana rendimos exámenes referidos a procedimientos y cuestiones particulares al vuelo, participamos de charlas y simposios de temas netamente profesionales y, en mi caso, pude cumplir comisiones en Francia y Estados Unidos”.
De sus comisiones al extranjero contó que en Francia se capacitó en Simulador de helicóptero AS555 Fennec y en dos ocasiones fue a Estados Unidos por Simulador de B200 SKA y Curso de Piloto de UAV’s (sistemas aéreos no tripulados). Próximamente estará viajando a Brasil, para realizar un curso de investigación de accidentes aéreos.
Para el Teniente de Navío Montoya, la Armada es una parte importante en su vida y su prioridad es seguir mejorando día a día para cumplir de la mejor manera con la misión encomendada por la Armada Argentina: “Me ha permitido hacer y vivir cosas que nunca me hubiera imaginado, conocer gente y lugares diversos, ver distintas realidades de muchas personas y, lo más importante, me ha permitido ayudar a otros y me enorgullece saber que contribuyo con el servicio a mi país”.
De su querida Carhué contó que tiene muy buenos recuerdos y afirma que lo más interesante es su gente y el lago Epecuén. “Siempre trato de difundir mi ciudad y los atractivos turísticos. Recuerdo que tuve la oportunidad de entablar conversación con un militar asiático y mencionó que había escuchado hablar de mi ciudad, eso me generó gran satisfacción”, concluyó.