En la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible se plantea una visión transformadora que reconoce que nuestro mundo está cambiando, que lleva consigo nuevos desafíos que deben superarse si hemos de vivir en un mundo sin hambre, inseguridad alimentaria ni malnutrición en ninguna de sus formas.
Hoy en día, más de 820 millones de personas siguen padeciendo hambre en todo el mundo, lo que destaca el inmenso reto que supone alcanzar el objetivo del hambre cero para 2030
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, ONUAA, o más conocida como FAO, es un organismo especializado de la ONU que dirige las actividades internacionales encaminadas a erradicar el hambre.
Con los ODS, y las metas propuestas para el 2030, la FAO intenta desarrollar un instrumento de análisis tendiente a medir los progresos sobre las metas relativas a erradicar el hambre y asegurar el acceso de todas las personas a los alimentos (Meta 2.1 de los ODS) y eliminar todas las formas de malnutrición (Meta 2.2 de los ODS).
Si se observa más ampliamente el alcance de la inseguridad alimentaria, más allá del hambre, puede verse que el 17,2% de la población mundial, o 1 300 millones de personas, han experimentado inseguridad alimentaria en niveles moderados. Esto significa que no tienen acceso regular a alimentos nutritivos y suficientes: aun cuando no necesariamente padezcan hambre, se encuentran en mayor riesgo de padecer varias formas de malnutrición y mala salud.
El informe de FAO afirma en su análisis, que los nuevos datos confirman que el hambre ha ido en aumento en muchos de los países cuya economía ha entrado en una fase de desaceleración o de contracción. En este sentido la sujeción de las cuestiones básicas como alimentación, salud y educación a los cánones de la economía de mercado ha dejado su marca.
La mayoría de los países (65 de 77) que experimentó un aumento de la subalimentación entre 2011 y 2017 padeció de forma simultánea episodios de desaceleración o de debilitamiento de la economía.
El informe destaca, además, que «en el corto plazo, los países deben proteger los ingresos y el poder adquisitivo, especialmente de los hogares más afectados, mediante programas de protección social, tales como programas de transferencias monetarias y alimentación escolar; programas de obras públicas que ayuden a reducir el desempleo; políticas para el sector sanitario que protejan a la población pobre de gastos sanitarios excesivos a cargo de los usuarios, y, si es necesario, políticas destinadas a reducir la volatilidad excesiva de los precios de los alimentos».
Puede consultarse el texto completo del informe de la FAO en el siguiente link: http://www.fao.org/3/ca5162es/ca5162es.pdf