En el fondo del pensamiento sobre víctimas y victimarios la sociedad confundida anida el criterio de que se justifica degradar, abusar o violar a una mujer porque se exhibe provocativa. Con igual parámetros, en general sucede, sean mujeres o hombres, se prejuzga como válido castigar con la severidad que cada cual considere, al comportamiento que se supone incita a la reacción.
Con las intensas campañas para acabar con la violencia contra la mujer esos criterios van siendo dejados de lado…pero en los discursos, en la práctica, sin darse cuenta, estupidizado como se está por una falta de educadores y verdaderos formadores de opinión, se sigue poniendo el acento sobre la víctima antes que sobre el victimario.
Esto viene a cuento sobre lo que sucede con el jugador de Racing, Ricardo Centurión, separado ahora del plantel de 1ª división, por negarse a ser víctima de acoso, discriminación y violencia de “género fútbol”.
Es que el público, los árbitros, los dirigentes, los periodistas, justifican la violencia que se ejerce sobre él en las canchas…porque muestra las piernas…su habilidad. Que lo hace para cargar! Jaaa…¿de la misma manera que una mujer muestra la cola para calentar? Y eso justifica la violación? Bien sigamos así de imbéciles que nos va a ir cada vez mejor.
Pocos han recordado que cuando Racing visitó la cancha de River en el partido de la edición 2018 de la Copa Libertadores, Centurión fue víctima de una feroz persecución para provocarlo e intimidarlo, con el visto bueno de un árbitro que no hace falta arreglarlo porque él también justifica tal comportamiento.
Si el director técnico o los dirigentes de Racing tuvieran el criterio de proteger a la víctima hubiesen advertido antes del partido a la AFA o a la justicia, si fuera necesario, de que Centurión está siendo discriminado por su habilidad. Y por si algún distraído se confunde en cuanto a esto los invito a ver a Garrincha, wing derecho de Brasil, elegido el mejor jugador del Mundial de Chile de 1962, que hacía las mismas cosas (tal vez con más habilidad aun) que Centurión.
Por supuesto por entonces había otra educación, otros criterios sobre los comportamientos humanos, otra forma de entender la dignidad, la hombría, la valentía. Una manera correcta de aplicar el reglamento. Orgullo era tratar de sacarle la pelota con los pies no pegarle una criminal patada o el lloriqueo vergonzoso ante el árbitro…”me está provocando…Buaaaa!”
Pero las cosas están así…la víctima es Centurión, los victimarios? el delincuente de Gallardo, el DT de River que mandó a los jugadores (en primer lugar Enzo Pérez) a “sacarlo” del partido, los venales árbitros contemplativos con la violencia, los dirigentes, los maliciosos periodistas y buena parte del público que justifica la victoria a cualquier costo. Pero el que va preso es Centurión.
Y no se circunscribe al fútbol…Como dijera el genial periodista Dante Panzeri, a quien los actuales debieran leer: “Si en la menor importancia de las cosas deportivas toleramos la privanza de una moral así entendida líbrenos quien pueda de nuestras miserias morales en otros órdenes capitales de la convivencia en sociedad”.
Acabar con la violencia significa acabar con nuestros comportamientos violentos. No hay inseguridad, lo que no hay es seguridad y es algo que nadie la puede garantizar si no lo hacemos nosotros mismos con nuestra forma de proceder, de actuar. En todo la caso la policía, la justicia, actúan cuando alguien no se comporta de manera segura…el problema es que la gran mayoría eso hace a diario en cada acción cotidiana, justificándolo porque el otro le mostró las piernas.