Redactor y guionista audiovisual, Adrián Rusak, cultiva otra pasión: la poesía. Tiene escritos muchos cuentos cortos, algunos de los cuales, Sexta Sección ha publicado en ediciones anteriores
En esta oportunidad ha seleccionado tres breves cuentos que para ponemos a consideración de los lectores.
El padre
Un nuevo Domingo de junio comenzaba para Artemio y como todas las mañanas, contemplaba a su bella esposa, Giovanna, durmiendo a su lado en la cama.
Sin hacer ruido para no despertar a su amada, aquél trabajador se levantaba de su cama para dirigirse a la cocina para desayunar tranquilamente.
Y es que ese día, no debía salir corriendo a las apuradas, ya que afortunadamente los domingos, nunca trabajaba.
Así, al pasar por la habitación de la pequeña Lucía, Artemio se detuvo en el umbral de aquella puerta, que estaba abierta y comenzó a mirar sonriente a aquella niña mientras a misma dormía plácidamente.
Así, a Artemio comenzó a invadirlo una gran sensación de ternura, mientras a la vez, inflaba el pecho, orgulloso de cómo estaba creciendo, sana y fuerte, Lucía.
Y es que él la cuidó desde el momento en que nació, siempre a su lado, dando todo de sí para que nunca le faltara nada. Estando a su lado cuando la niña dio sus primeros pasos o dijo sus primeras palabras, enseñándole con paciencia, lo que estaba bien y lo que estaba mal. Acompañándola al jardín de infantes, a la primaria, a la calesita o a una plaza. Siempre a su lado, como un buen padre lo haría con su hija.
Porque, a pesar de lo que pudiera decir un examen de ADN ¿Quién podría negar que Artemio fuera el padre legítimo de esa pequeña niña? ¡Absolutamente nadie!
Y por eso, mientras él bebía tranquilamente su café, sentado en una silla de la cocina, recibió un repentino y fuerte abrazo de Lucía, mientras Giovanna miraba sonriente la escena y su hija le decía, muy contenta, a aquél buen hombre “¡Feliz día Papá!”
Fin
El León
Allí estaba el majestuoso león, con su melena bañada por los rayos del sol, corriendo con rapidez y furia sobre la gran selva. A cada paso, aquél rey de la jungla estaba más cerca de su objetivo, pero a pesar de lo que muchos pudieran pensar, su anhelo no era alcanzar a un indefenso animal con sus fauces.
Tampoco lo era enfrentarse en un combate contra otro miembro de su especie, para disputar el liderazgo de la manada.
Cualquiera de esos pensamientos, estarían muy lejos de la realidad, ya que aquél felino se enfrentaba, nada más ni nada menos, que a sus propios miedos.
Esos miedos que lo paralizaban por momentos, que no le permitían hacer lo que realmente quería y esfumaban su paz interior.
Por ello, corría veloz hacia la colina, sabía que allí tenía la solución a su problema.
¡Y así, al llegar a la cumbre, el león rugió con todas sus fuerzas! ¡Y en sus pulmones, en su garganta y en su corazón, pudo sentir una libertad única! ¡Porque en ese rugir logró lo más importante que podría lograr en su vida… vencer a sus fantasmas internos y alcanzar la felicidad!
Fin
La llegada
Caía la noche y Adelina viajaba en el colectivo, totalmente agotada, luego de un arduo día laboral.
La llegada a su casa, era su única meta, para poder al fin descansar y desenchufarse de todos aquellos problemas que la aquejaban.
Por eso apenas llegó el colectivo a su destino, ella bajó presurosa y corrió hacia su casa. Al ingresar a la misma, dejó sus llaves sobre la mesa y vio a su madre quien, llevando su dedo índice a sus labios, le pidió que hiciera silencio, para finalmente esbozar una sonrisa, darle un beso en la mejilla y retirarse a su habitación a dormir.
Completamente sola, Adelina dejó de lado su deseo de sentarse a cenar en la mesa y se dirigió a su habitación, muy sigilosamente, para verlo a él.
Así, abrió muy despacio la puerta y vio a su gran amor, completamente dormido en su cama.
Al mirarlo dormir tan plácidamente, todos sus problemas y todas sus angustias, se esfumaron como el humo de una chimenea en pleno invierno.
Convirtiendo esos segundos en algo único, mientras se acercaba a él y comenzaba a acariciar con sus dedos, su suave cabello.
Es que era inevitable para ella no sentir todo ese amor, que parecía escapar de su pecho, y fue por eso que no pudo resistir la tentación de darle un dulce beso en la frente, molestando brevemente su sueño.
Fue así que él se fastidió y se movió hacia el otro lado de la cama, dándole completamente la espalda, para continuar durmiendo.
Pero ella, decidida y lejos de tener la intención de dejarlo tranquilo, río y lo abrazó, provocando que aquél príncipe se despertara.
Porque ella había estado pensando todo el día en él y, a pesar de parecer egoísta en su actitud, no podía privarse de disfrutar al menos un momento a su lado hasta que llegara nuevamente el amanecer.
Simplemente porque estaba ante el hombre más importante que hubiera conocido… su pequeño hijo, el príncipe que valía todos los sacrificios que ella pudiera hacer en su vida.

Fin
Sobre Adrián Rusak
Redactor y guionista tanto en el campo radial como en el audiovisual.
Co-autor del piloto unitario “Umbrales”. Ha escrito, también en co-autoría, el radioteatro “Jaque Mate” el cual fue representado en la radio del ISER FM 95.5 y en el prestigioso evento “Hecho en Taller” en el Auditorio Gregorio de Laferrère (Argentores).
También ha sido parte del equipo que ha realizado la producción artística de la Radio Soldados FM 87.5, para el relanzamiento de la emisora en el año 2015.
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