El resultado de esta campaña de trigo ya se conocía desde hace tiempo, y no sorprende por previsible: no superará las 10 millones de toneladas, una de las más bajas de los últimos años.
Nada es por es azar, desde el 2006 a la fecha, como Confederaciones Rurales Argentinas lo ha venido denunciando, el Gobierno se empecinó en empujar a la que fuera otrora la producción insignia de la Argentina a una grave crisis.
Cuotas de exportación, intervenciones, precios máximos y otras políticas atroces fueron destruyendo paulatinamente a la producción triguera, demoliendo un mercado competitivo y expulsando al 50% de los productores que antes se dedicaban a esta producción.
Ya lo hemos dicho hasta el cansancio: producimos al 50% de nuestro potencial de producción y se han perdido mercados externos a raíz de la política anti-exportación, siendo la menor en los últimos 30 años. Un mercado normalizado le podría abastecer de más 3.000 millones de dólares anuales a una economía cada vez más necesitada de divisas. A la par, y como es lógico, casi diariamente surgen problemas graves para abastecer el consumo interno de los argentinos, convirtiendo al pan, sí al pan, en un bien cada vez menos accesible para los bolsillos.
Solo un ejemplo: la distorsión es tan grande que hoy los argentinos en las panaderías pagan el pan más caro que lo que lo pagan los ingleses en su país, en tanto que el ingreso per capita de un argentino representa la mitad del ingreso de un inglés.
Eso sí, y con la continuidad de estas políticas, la destrucción del trigo es lo único que este Gobierno puede garantizar.
Confederaciones Rurales Argentinas