SINFÍN
Muestra de Marcela Moujan
Hasta el 31 de agosto de 2018 – Lunes a viernes de 14:30 a 19:00 horas – Galería Cecilia Caballero Arte Contemporáneo – Montevideo 1720 – Ciudad de Buenos Aires.
Texto curatorial
Naturaleza encendida
Por Andrea Giunta
Estamos ante las flores exaltadas que en pinturas casi escenográficas realizó en los últimos meses de compromiso y lucha feminista compartida Marcela Mouján. Conocía sus series de fotografías en las que abordaba el autorretrato como dato que le permitía hilar una genealogía matriarcal. Marcela investigaba su propia historia. Un día levantó la mirada para ver más lejos y encontró en la naturaleza ese inconmensurable que nos involucra a todos. Los afectos son los mismos, pero se desvinculan del registro personal más evidente. En definitiva, ante la naturaleza, cada uno teje sus propias emociones.
Sus paisajes funcionan como una alegoría doble. Son, por un lado, una reflexión sobre el tiempo: ante su paso irrefrenable, lo detienen. Funden los momentos que ella adora de esos fragmentos que capturó con la cámara y reordenó con la pintura: las ramas, las flores, las frutas.
Son, también, una alegoría política. Ella pinta las flores nacionales, el campo argentino, sus animales, el orden escolar: la tierra verde abajo y el cielo azul arriba. Temas que remiten a las bondades de la tierra, sustento de la economía y el progreso. El discurso de la nación. Un motivo casi patrio representado desde recursos repetitivos, que perturban la imagen como un comentario irónico casi imperceptible.
Desobediencia es una palabra que nombra con claridad el procedimiento secreto que anima los datos realistas que compactan estas pinturas. Las reglas de la naturaleza se trastornan para crear un paisaje imaginado y deseado. Las flores y las ramas se despliegan cerca de los ojos, mientras el horizonte demanda la visión miope, microscópica, que permita ver los detalles múltiples que lo pueblan.
Detalle es otro término importante, ya que todo está pintado con extrema precisión. Son comentarios minuciosos. La abundancia se libera como si todo el paisaje saliese de esas flores cornucopias. Se trata de una naturaleza precisa y artificial al mismo tiempo, que se expande frente a nuestros ojos en un tamaño mural-escenográfico.
Exceso y fragmento: sus tapices de mosaico de vidrio parecen una alegoría de las perfectas y monumentales pinturas expuestas. Las mismas flores cuya superficie unificaba el pigmento, ahora se componen desde los trozos de vidrio. La grieta que separa los motivos remite a la reconstrucción museográfica.
El cuidado afectivo con el que se unen, conservando los vacíos, restaura la imagen que vive, más allá de sus quiebres. Porque su obra parece desear que nada muera; que cada color, cada textura, conserven lo mejor de sí sobre la tela.
Junto a la belleza que se refuerza desde la iridiscencia del color, las texturas, los relieves, los dorados a la hoja, los vidrios, en un despliegue de recursos plásticos y de saberes técnicos, la obra es también alegoría que configura un lugar común para proponer un sentido crítico.
Casi como un comentario irónico respecto de los temas que la historia de la pintura atribuye a las mujeres, Marcela Mouján nos entrega sus flores hiperbólicas.
Durante las semanas previas a la inauguración subió a la red cortos videos que registran el proceso de realización de su obra. Los films obran casi como prueba de que fue ella quien pintó esa inmensidad con tal detalle. Ella desde su piel. En los films vemos como recoge la materia desde la superficie de su mano: desde la suya a la otra piel, la pictórica. “Mi piel es donde termino yo y empieza el mundo exterior”, escribía en 1993. En ese momento cubría su cuerpo con una segunda piel que despegaba y registraba en una foto performance. Ahora la piel es la paleta desde la que el pigmento pasa a la tela. Cuerpo, materia, pintura.
En estos extraños paisajes laten, simultáneos, la alegoría crítica y el impulso de supervivencia. Sus naturalezas nos proveen las formas y el color del cambio, que incluye otros tiempos y éste, en el que todo se agita de nuevo.
Sobre Andrea Giunta
Es doctora en Filosofía y Letras, investigadora principal del Conicet y profesora titular de Arte Latinoamericano y Arte Internacional en la carrera de Artes, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires.
Es autora de “Vanguardia, internacionalismo y política” (Siglo XXI, 2008, traducido al inglés por Duke University Press), “Escribir las imágenes” (Siglo XXI, 2011), “Poscrisis” (Siglo XXI, 2009); coautora de “Radical Women”, Latin American Art, 1960-1985 (Hammer Museum y DelMonico Books, Prestel, 2017), “Verboamérica” (Malba, 2016) y “Portinari y el sentido social del arte” (Siglo XXI, 2005); editora y autora de “El Guernica de Picasso” (Biblos, 2009).
Recibió en tres oportunidades el Premio Konex, y las becas Guggenheim, Harrington, Getty y Tinker, de la Universidad de Columbia, Nueva York.
Cecilia Caballero Arte Contemporáneo. Miembro de Meridiano, Cámara Argentina de Galerías de Arte Contemporáneo. https://www.instagram.com/galeria_cecilia_caballero/ – https://www.facebook.com/ceciliacaballero.artecontemp/
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